El pasado 18 de mayo se celebró la Conferencia-Coloquio organizada por el Club de Opinión Benidorm con la intervención de Juan Manuel de Prada, escritor, contertulio, columnista y cinéfago apasionado, como el que escribe estas líneas.
El cine y la literatura siempre han establecido fluídas y recíprocas relaciones. Tanto es así que, en 2010, el 25% de todas las producciones cinematográficas proceden de obras literarias publicadas. Un ejemplo de ello es la exitosa saga “Millenium”, escrita por Stieg Larsson y que, debido al éxito cosechado, fue rápidamente llevada al cine con una trilogía que hizo gran recaudación en taquilla. Otra cosa es la calidad tanto literaria como cinematográfica de dicha saga en la que no voy a entrar a valorar.
El vínculo de unión es tan fuerte entre cine y literatura que muchos escritores ya tienen en mente como será la película que están escribiendo.
Es un error muy común comparar un libro con una película. Son dos obras diferentes, dos lenguajes distintos. El cine es imagen en movimiento, lo que te muestra la película a través de las imágenes, mientras que la literatura te lo muestra a través de las palabras, las frases, que consiguen que el lector utilice su imaginación para recrear lo que lee. Si la literatura estimula la imaginación del lector en el momento de leer, el cine estimula la imaginación del espectador una vez terminada la película. Esa es, básicamente, la gran diferencia entre ámbas.
No se puede hablar con rotundidad si la literatura es superior al cine. Generalmente, de muchas obras literarias se hacen adaptaciones fílmicas pero, a veces, el éxito de una película ha provocado que se publiquen novelas, guiones y otras obras.
En algunas ocasiones, de novelitas de bolsillo han salido grandes westerns cinematográficos de Houston, Ford o Hathaway; en otras, de famosos Best Sellers o genuinas obras literarias como “El Quijote” o “El Código Da Vinci” por citar dos polos opuestos, han salido grandes fiascos en pantalla.
Y esto es lo que dio de si la conferencia-coloquio de Juan Manuel de Prada, que estuvo teñida de homenajes a los clásicos tanto literarios como cinematográficos, de numerosos guiños cinéfilos a maestros del cine como Alfred Hitchcock, Orson Welles, Audrey Hepburn (su musa), todo ello salpicado con mucho humor, ironía y anécdotas curiosas y es que, no nos olvidemos que el cine, aparte de arte e industria, es Entretenimiento.
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